El kit de conversión a GLP tiene bastantes componentes, pero el más importante de todos es el conversor de GLP. En los coches convertidos a GLP, este sale de su tanque especial en forma gaseosa y, en el interior, se calienta gracias al agua que recorre la pieza proviniente del circuito de refrigeración. Dentro, dos membranas hacen que se incremente la presión. Todo ello lleva al GLP a pasar a estado líquido y salir a presión por un conducto de cobre.

El segundo componente en importancia es el propio depósito de GLP. Hay hasta 40 tanques de GLP diferentes, que se adaptan a cualquier espacio de la rueda de repuesto. Este tanque lleva una tapa que lo cierra herméticamente y no puede ser manipulada. Si hay una fuga, el GLP cae al suelo. El tanque suele tener una capacidad de 66 litros si hay hueco para ello y la entrada dispone de varias medidas de seguridad adicionales como una válvula antirretorno, una válvula de salida hacia el motor o una válvula de exceso de llenado, que se abriría al superar la presión máxima permitida. Una vez ví cómo una desalojaba y da un poco de miedo porque el GLP sale a presión, pero cae y se disuelve inmediatamente.

Desde el tanque de GLP, el gas licuado pasar al motor a través de un conducto de PVC que se canaliza a través de los bajos del vehículo y que, por supuesto, debe ser instalado lejos del contacto con el tramo de escape. Para meter el GLP en el motor, deben instalarse unos inyectores específicos que requieren de unos talados en el colector de admisión. El único componente que queda a la vista más o menos es la boca de llenado, que se sitúa junto a la del depósito de gasolina.

Una nueva centralita de GLP regula la combustión limpia del GLP. De hecho, la fase final de la conversión requiere copiar el mapeado del motor a la nueva unidad electrónica de control (ECU). Si el coche es totalmente a estrenar, se carga directamente desde una base de datos. Este combustible es tan limpio que los motores que usan GLP tienen una gran duración como comprobé en el cuentakilómetros de un taxi que pasó por la estación de Repsol mientras hacía este práctico y que, un Seat Toledo, ya jubilado y orgulloso de los casi 400.000 km que ha recorrido con su bombona de gas alojada en el maletero, y los que le quedan.
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Una vez transformado el coche a GLP, este conserva su depósito de gasolina, solo que además lleva otro de GLP alojado en la rueda de repuesto –siempre que este hueco sea suficiente-, de manera que pueda utilizar indistintamente los dos combustibles. De hecho, el motor siempre arranca y recorre unos metros con gasolina hasta que se calienta el agua del circuito de refrigeración.

El cambio de un carburante a otro se produce sin saltos, ni intervención del conductor. Un pequeño conmutador sirve para cambiar manualmente de GLP a gasolina y viceversa, además de mostrar cuánto gas queda. El tanque de GLP es de hierro de un centímetro de grosor y dispone de varias válvulas de seguridad. Con forma de rosquilla, de haber una fuga, el GLP caería por el hueco al ser más pesado que el aire. Como medida extra de seguridad, el depósito solo puede llenarse hasta el 80% de su capacidad. Así, nunca se acerca a su presión máxima.

De todo el kit de conversión a GLP que se instala en el motor, solo un pequeño filtro requiere mantenimiento, cada 30.000 km, y solo cuesta 30 euros. Y, a pesar de que de las revisiones del resto del coche no te libras, todavía queda por repasar un último beneficio: la autonomía extra que ofrece llevar dos tanques (más de 1.400 km en un Toyota Prius converso).
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